“Las inseparables” de Simone De Beauvoir: lo fundamental de la amistad

“Yo no entendía. Lo que creemos no lo creemos aposta: ¿se puede castigar a alguien porque se le ocurran ideas?”


En 1954 Simone De Beauvoir escribió una novela basada en su amistad con Élisabeth Lacoin (Zaza) que nunca se atrevió a publicar. Fue su hija adoptiva quien, póstumamente, tituló y publicó esta  historia. 

“Las inseparables” narra la relación de amistad entre Sylvie y Andreé, dos niñas que se conocen en la escuela primaria y atraviesan juntas el paso a la adolescencia y luego a una joven adultez. 

¿Es la amistad el primer amor de nuestras vidas? Esta pregunta sobrevuela a lo largo de todo el relato, porque de alguna manera Sylvie conoce el amor incondicional gracias a Andreé. 

Desde la mirada de Sylvie entrevemos la gestación de las ideas de Simone, cómo se fue delineando su pensamiento y cuánto influyó Zaza en aquel proceso. 

“Las inseparables” arranca con el tono infantil propio de una niña de nueve años y va evolucionando con el correr de las páginas. Sylvie comienza a cuestionar los preceptos religiosos de la época, el matrimonio, las lecturas que tenía permitidas y el lugar de las mujeres en aquella sociedad francesa de los años 20.  Asistimos así a  la edificación de Simone como pensadora, a la construcción de su pensamiento en constante movimiento. “Las inseparables” narra un pasaje a la adultez de la mano de un descreimiento del mundo. 

“¿Cuántos años, cuántas noches? ¿Vivir era eso, nada más: matar un día tras otro? ¿Iba a estar aburriéndome así hasta la muerte?"

Simone escribe una historia muy íntima, tierna y dolorosa que nos permite entrever el modo en que Simone de Beauvoir llegó a ser Simone De Beauvoir. 

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