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Mostrando las entradas de noviembre, 2013

Pasado mañana

Hace varios días me viene dando vueltas en la cabeza una idea. Me causa gracia porque la disparó un nene de apenas cinco años, a raíz de un capricho tonto y logró perturbarme bastante. El sentido común dice que un mayor no puede inquietarse seriamente por algo de chicos, pero bueno, se ve que nunca me gustó mucho eso del sentido común.  Felipe tiene la costumbre de charlar por las tardes con su vecino a través de la medianera que separa las dos viviendas. Uno se sienta cruzado de piernas sobre un tobogán y el otro, pared de por medio, sobre las baldosas de una escalinata. Yo suelo escucharlos a escondidas mientras llevan adelante serios debates sobre cultura general: superhéroes, expediciones al "cuarto de guardar herramientas" y figuritas. Debo admitir que además de sacarme varias carcajadas al día, a veces inventan mejores argumentos que muchos políticos. Siento un poco de pena cuando empieza a anochecer y sus respectivas madres los obligan a despedirse para ir a bañ

Cerveza

Tengo ganas de un beso que no sepa a vodka. Ni a ron. Ni a licor de frutilla. Pero sí tal vez a cerveza. Tengo ganas de un beso que no huela a sábado 3 am, sino más a lunes por la mañana y a sol de media tarde. Un vaso que se llena. Hielo. Vodka. Risas. Luego quizás llanto. Y risas de nuevo. Alguien maneja por la autopista. Música. Más vodka. Gente. Gente borracha. Gente regalando besos, otros comprándolos. A veces estoy de un lado, otras del otro. Es siempre igual, la misma rutina sábado tras sábado. Algún que otro viernes, "como para no aburrirnos". Já. Tampoco tengas ganas de los besos gastados, conocidos, reconfortantes al momento pero aburridos al final. Porque en el silencio nada cambia, aunque me abrace con todas sus fuerzas y yo me proponga enamorarme, miro al techo y el de acá a la izquierda sigue en blanco. Creo que el vodka es la bebida de la soledad, y tal vez el vino la de los amantes. En cambio la cerveza tiene esa peculiar condición de adaptarse a cualquier

El día en que al sol le dio fiaca salir.

Qué curiosa resulta esa manía tan humana de siempre querer encontrar en el pasado detalles que nos permitan decir cosas como "Yo sabia que iba a pasar esto" o "yo lo presentía", como si YO fuese lo más importante de la situación y no la situación misma. A medida que me acercaba el ambiente olía cada vez más a tristeza, a que algo andaba mal. El clima acompañaba la noticia, o quizá hasta el sol estaba triste y le daba fiaca asomarse a saludar. Si creyera un poco más en dios o  en algún ser sobrenatural diría que se largo a llover justo en el momento en que se fue. (digo, por eso de que cuando dios está triste llueve).  Me siento privilegiada por haber sido su alumna y me parece tremendamente injusto que buena parte del mundo no haya podido disfrutar el placer de conocer a esta mujer, ahora ángel. Fue ella quien me mostró que hay un mundo paralelo a este que vivimos, al cual podemos escapar cada vez que estemos tristes, cansados o enojados. Un mundo donde po