El día en que al sol le dio fiaca salir.

Qué curiosa resulta esa manía tan humana de siempre querer encontrar en el pasado detalles que nos permitan decir cosas como "Yo sabia que iba a pasar esto" o "yo lo presentía", como si YO fuese lo más importante de la situación y no la situación misma.

A medida que me acercaba el ambiente olía cada vez más a tristeza, a que algo andaba mal. El clima acompañaba la noticia, o quizá hasta el sol estaba triste y le daba fiaca asomarse a saludar. Si creyera un poco más en dios o  en algún ser sobrenatural diría que se largo a llover justo en el momento en que se fue. (digo, por eso de que cuando dios está triste llueve). 

Me siento privilegiada por haber sido su alumna y me parece tremendamente injusto que buena parte del mundo no haya podido disfrutar el placer de conocer a esta mujer, ahora ángel.

Fue ella quien me mostró que hay un mundo paralelo a este que vivimos, al cual podemos escapar cada vez que estemos tristes, cansados o enojados. Un mundo donde podemos elegir quien queremos ser, a donde queremos viajar y donde no existen las barreras más allá de las del tren.

Fue ella quien me alentó a hacer lo que me haga feliz sin importar que tan bueno seas, a no tener miedo a animarse, a hablar, a gritar lo que pensás.

Voy a tomar esto como que te fuiste de viaje a seguir invitando chicas y chicos como yo a tu mundo, para algún día encontrarnos todos en él.

Gracias. Y buen viaje 

Comentarios

Entradas más populares de este blog

“Las inseparables” de Simone De Beauvoir: lo fundamental de la amistad

"Vidas pasadas", elogio a la pérdida

Guacamole