14.3.14

Hoy, catorce de marzo del dos mil catorce, la ciudad olió a Apocalipsis todo el día, a fin del mundo, a caos urbano y humano. Aunque por momentos no pareció nada humano.
Llovió . Más bien diluvió. Una lluvia lluviosa, suave y constante, de las que no hacen ruido pero mojan. El cielo pareció conquistado por la manada de elefantes más gris y vieja que haya existido sobre la tierra, y la mañana sabía a tristeza.
Llegado el mediodía anunciaron por los medios un corte total del servicio de colectivos. Comenzaba la ola psicótica. 
La medida de fuerza se aplicaba como protesta contra el asesinato de un joven chofer de la linea 56.
Ya no sé que pensar. No sé si será mi edad que quizá no es la suficiente aún como para tener opiniones formadas y elaboradas sobre la vida, o si es que en este país suceden tantas cosas, tan ambiguas, tan cambiantes, tan indignantes, que uno pierde el rumbo de su análisis.
La gente buscaba alternativas para volver a sus casas. Trenes, subtes, taxis. El clima no colaboraba, y los carteristas estaban de fiesta entre tanto embotellamiento humano.
Por último, como para rematar la jornada, falleció Jorge Ibañez, un talentoso diseñador de moda y querido personaje de la farándula (juro que no hay ironía, al menos esta vez). Así es que por la tarde comenzó el desfile de "amigos" "compañeros" y toda la fauna mediática, alabando, incrédulos, al pobre hombre.
Hoy definitivamente Buenos Aires olió a Buenos Aires.

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