"Vidas pasadas", elogio a la pérdida

¿Hay algo más liberador que decir “te extrañé”, con la liviandad que conlleva el verbo conjugado en pasado, con el alivio de la presencia curando la ausencia?

Vidas Pasadas no ganó nada en los últimos premios Oscar. No era la favorita de casi nadie. Salvo la mía. A mi Vidas Pasadas me tocó una fibra especial. Y en el fondo, está bien que no ganara. No es una película hecha para ganar. En Vidas Pasadas nadie gana, es todo pérdida.  Un verdadero ejercicio psicoanalítico. 

¿De qué va? Hae Sung y Nae Young se conocen a los 12 años en una escuela primaria de Seúl y se vuelven ¿mejores amigos? Digo mejores amigos entre signos de interrogación porque en realidad se trata de una amistad con germen de romance, aunque tal vez todo romance es también una amistad, a los 12 o a los 80 años. 

Hae Sung y Nae Young van y vuelven de la escuela caminando juntos, se toman de la mano, se ríen. Esa es su rutina, su mundo. Hasta que un día la familia de Nora decide emigrar a Canadá. 

“Cuando se deja algo atrás, también se ganan otras cosas”, dice la madre de Nae Young antes de emprender viaje. 

Durante los siguientes 12 años, la vida de Nae Young cambiará por completo. Adoptará un nuevo nombre occidental: Nora. Aprenderá un nuevo idioma en un nuevo país, hará nuevos amigos y en el inicio de sus 20s emigrará nuevamente, esta vez a la ciudad de Nueva York para convertirse en escritora y dramaturga. Mientras tanto, la vida de Hae Sung continuará su curso en Seúl. 

Una noche, a sus 24 años, Nora busca en Facebook el nombre de su viejo amigo y entonces llega a un grupo en donde descubre que éste había estado preguntando por ella sin éxito ya que la buscaba como Nae Young cuando ella, en Internet, ya era Nora. Emocionados y conectados como si no hubieran transcurrido 12 años, retoman el vínculo. A pesar de la distancia y la diferencia horaria, logran compartir por videollamadas sus rutinas, sus días, las nimiedades de la vida cotidiana, tal como lo hacían en la infancia.

Pero mientras que la virtualidad les permite acercarse, también acentúa la distancia física. Después de cierto tiempo, las fallas en la conectividad y, sobre todo, el dolor de no poder verse, terminan por alejarlos. Nora lo llama un día y le explica que necesita poner distancia y sus caminos se vuelven a separar por otros 12 años. 

En ese camino, Nora conoce a Arthur, un escritor neoyorquino con quien se casa y comparte su vida como artista. 

“Hay una palabra en coreano, In-Yun, que significa “providencia” o más bien “destino”, pero se usa especialmente sobre las relaciones entre las personas. Creo que viene del Budismo y la reencarnación. Es un In-Yun cuando dos extraños se cruzan en la calle y sus ropas se rozan entre sí. Porque significa que algo pasó entre ellos en sus vidas pasadas. Cuando dos personas se casan, decimos que es porque ya ha habido 8000 capas de In-Yun anteriormente, más de 8000 vidas”, le cuenta Nora a Arthur al conocerlo. 

12 años después, a los 36, Hae Sung viaja a Nueva York. No lo reconoce ante sus amigos, pero sabe que viaja específicamente para encontrarse con Nora. Sabe que para poder avanzar con su vida tiene que, necesita, encontrarse con Nora.  

El encuentro consistirá básicamente en una larga caminata por Nueva York al estilo del de “Antes del Atardecer”, en la que la conversación va fluyendo mientras los protagonistas deambulan por distintos puntos icónicos de la ciudad. 

En un alto en la caminata, mientras miran hacia el Manhattan River, Hae Sung le pregunta a Nora cómo se siente estar casada. “Es como plantar dos plantas en una misma maceta. Nuestras raíces necesitan encontrar su espacio”, contesta. 

Mientras tanto, Arthur se enfrenta al miedo de perderla a manos de lo único que no puede darle: una infancia compartida, una patria común, una charla en su lengua madre. “Soñás en un idioma que no puedo entender. Es como si hubiera todo un mundo interior dentro tuyo al que no puedo acceder”, le dice en cierto momento en el que teme hasta de la barrera idiomática.  

Para algunas personas, como yo, Vidas Pasadas es una de esas películas que quedan resonando en tu cabeza por días, como el estribillo de una canción que no podes dejar de cantar. ¿Y ahora? ¿Cómo sigue la vida de los protagonistas? ¿Y cómo sigue la mía sin saberlo? Porque de alguna manera, personajes como los de Nora y Hae Sung nos permiten entender nuestra propia vida, nuestros propios vínculos, nuestras propias pérdidas. Sus pasos nos orientan, dejan la huella en el camino que nos permite intuir hacia dónde ir. Nos permiten entender las miles de capas de vidas pasadas que acaban explicando nuestro presente o cuán importante son algunos encuentros para nuestras vidas futuras.




Comentarios

  1. Excelente y exquisito resumen de un film que sin duda nos deja pensando sobre nuestros propios Nora y Hae Sung. Felicitaciones Jose!!

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