“Stoner”: la vida de un hombre y el amor a la literatura

Hay libros que ya desde sus primeras páginas uno se da cuenta que será un gran libro. 



De "Stoner" se han escrito muchas reseñas, especialmente desde hace unos pocos años cuando alguien decidió reeditar y difundir globalmente la maravillosa obra que John Williams publicó originalmente sin mucho éxito en 1965. La mayoría de estas reseñas alaba el trabajo de Williams. Algunas pocas no lo comprenden. 

Con una de esas tramas en las que pareciera que no pasa nada, "Stoner" cuenta la historia de un hombre de principio a fin, y con ella, narra -por qué no- la historia de todos los hombres. 

William Stoner es hijo de un matrimonio pobre que vivió y trabajó toda su vida en el campo. El tedio, el sacrificio y el trabajo duro ante todo han marcado el crecimiento de Stoner. Un día su padre le dice que en la ciudad han abierto una nueva escuela. “Le dicen Facultad de Agronomía. Dura cuatro años. Dicen que, si vas, podremos hacer que rinda mejor la tierra”. Y entonces Stoner, sin entender demasiado, ingresa a la Universidad de Misuri en 1910 y se enamora irreversiblemente de la literatura. 

“Había iniciado su carrera tardíamente, y ahora sentía la urgencia de estudiar. A veces, enfrascado en sus libros, cobraba conciencia de todo lo que no sabía, de todo lo que no había leído y el poquísimo tiempo de vida que tenía para leer tanto, para aprender todo lo que necesitaba saber.” 

Con descripciones largas y detallistas que fluyen como un viaje en tren a algún sitio, Williams le otorga significado a los detalles de un modo alucinante. Es un libro para quienes aman la literatura, las palabras y el mundo universitario, pero más que nada es un libro para quienes aman la vida. Stoner fue un hombre feliz e infeliz en la misma medida. Un hombre nacido en el campo, a quien la tierra seca y el trabajo cíclico le enseñaron a seguir adelante con tenaz perseverancia. Encontró en su trabajo un refugio contra las desilusiones y comprendió que la amargura siempre cuenta con una salida de emergencia. 

“La persona que uno ama al principio no es la persona que uno ama al final (...) el amor no es un fin sino un proceso mediante el cual una persona intenta conocer a otra.” 

William se casa con Edith y juntos llegan a ese lugar desconocido llamado matrimonio en el que no saben muy bien cómo moverse. Stoner conoce la tranquilidad de algunas etapas con sus momentos efímeros, de orgullo y alegría y la profunda frustración de otras. 

Esta obra logra atrapar algo que es muy difícil de atrapar: un sentido total, una esencia de las cosas que pone en palabras sin perder belleza.  "Stoner" capta algo más grande que la vida de un hombre, capta un amor infinito por las palabras y por la vida. 

El autor escribe “el amor por la literatura, por el lenguaje, por el misterio de la mente y el corazón manifestándose en combinaciones minuciosas, extrañas e inesperadas de letras y palabras” capaces de salvarnos de vidas miserables, de darnos calor cuando hace frío y de apaciguar la tristeza. 

Como todo final, el final de este libro deja un vacío en el lector. En mi caso, lloré al terminar "Stoner". No de pena o de angustia. Lloré de la maravilla, del asombro, de la gratitud de que exista esta historia. 

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