La señora girasol

La señora toma mate en la ventana como un girasol, busca el sol todas las mañanas. A veces levanta la vista y casi puedo verle el rostro, o imaginarlo. La mayoría del tiempo mira hacia abajo. No se si lee o escribe, o solo mira hacia abajo. Ceba el mate desde la pava, no usa termo. Siempre me llamaron la atención las personas que ceban desde la pava. Hay algo rústico, arcaico, campestre en el gesto que me recuerda a mi abuela y a su pava negra de loza. Mi mamá decía que era un peligro que la usara estando nosotras cerca, ella asentía y seguía usándola. La agarraba con un repasador blanco con corazones rojos que recuerdo como si lo tuviera en mis manos ahora mismo. Abrir las compuertas de la memoria es como liberar las válvulas de un dique. Los detalles corren con más y más profundidad. Colores, olores, las nimiedades cobran un sentido inmenso, casi monstruoso. 

 Imagino que la habitación es un escritorio. Su pelo es corto y usa una bandana de colores en la cabeza. Imagino que tiene cincuenta y cinco años, tal vez sesenta. Imagino que es profesora de alguna universidad y que está divorciada, pero mantiene una buena relación con su ex esposo. Demasiados años juntos los hicieron mejores amigos que amantes. A veces se juntan a tomar un café en el bar Santa Paula sobre Avenida San Martín. Es que él se mudó a la torre de al lado y así funcionan. Separados, pero compañeros. Tuvieron dos hijos. El mayor se fue a vivir fuera del país, escapando del dolor dicen todos, pero ella sabe que escapó de la adultez. La menor murió hace quince años. Él aún va al cementerio. A ella nunca le gustó mucho. A diferencia del resto de nosotros, imagino que a ella los días en cuarentena se le deslizan rápida y gustosamente. No necesita mucho. El sol, su mate, su cuarto propio. 

 Llego a ver un atrapasueños color crudo que cuelga del marco de la ventana. Lo compró en una feria artesanal en Villa Gesell durante unas vacaciones fuera de temporada, porque no soporta la acumulación de personas. También veo unos cactus miniatura, de esos que están de moda hace unos años, plantados en unas macetas azules. Creo que logró convertirse en una mujer alegre, pero hoy el día está muy gris y nublado y, como los girasoles, sin sol no quiere salir.

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