Simone De Beauvoir nos enseña a envejecer

 “Me parece no tener nada más que hacer. Siempre tenía algo que hacer. Ahora, tejer, cocinar, escuchar un disco, todo me parece vano. El amor de Maurice daba importancia a cada momento de mi vida. Es hueca, todo es hueco: los objetos, los instantes. Y yo.”


Debo confesar que me abrumaba leer a Simone De Beauvoir. Sabía que es un ícono del feminismo y que tenía pendiente su lectura, pero la imaginaba muy teórica y leer teoría siempre me aburrió un poco. Por suerte caí en manos de La mujer rota que no tiene nada de aburrido.


La mujer rota es un libro publicado en 1968 que recopila tres textos de Simone De Beauvoir: “La edad de la discreción”, “Monólogo” y “La mujer rota”. En todos ellos, oímos la voz de tres mujeres distintas, que bien podrían ser la misma mujer, atormentadas por la llegada de la vejez, la soledad y la desilusión. El nido vacío, las separaciones, el matrimonio, los cambios en el cuerpo, la desesperanza y la desesperación.


Lo primero que me impactó de esta obra es su tremenda actualidad, aún habiéndose escrito hace más de 50 años. La autora devela el mundo interior de las mujeres con la maestría de quien entiende y comprende la psicología femenina. Es quizás un libro para leer varias veces y en distintos momentos de la vida: como hija, como mujer y como madre (si así se lo deseara).


Los textos giran en torno a uno de mis temas favoritos de la literatura, que no es sino todos los temas de la literatura juntos: el paso del tiempo. ¿Qué pasa cuando envejecemos? La autora nos destroza describiendo el dolor que conlleva crecer, volverse viejo. Sin embargo, de alguna manera, también deja flotando una cuota de esperanza. Simone nos enseña a envejecer.  


Las historias que se desarrollan en La mujer rota suceden en un ambiente doméstico y cotidiano, un escenario que me encanta porque es el escenario en donde suceden la mayoría de las cosas importantes en la vida. 


De Beauvoir le pone voz literaria a la teoría, mostrándonos en primera persona las consecuencias del patriarcado. Las mujeres que construye se han configurado a partir del hombre, de los hijos, de la casa, del esquema familiar tradicional conservador. Cuando algo de esto ya no está, las mujeres de este libro se sienten vacías, inútiles. Rotas.


“Cuando uno ha vivido tanto para los demás, es un poco difícil reconvertirse, vivir para sí mismo.”


La mujer rota me dolió mucho porque nos muestra cómo Monique se va rompiendo lentamente, a cuentagotas. A veces el dolor abrupto tiene mayor decencia.


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